Nos faltó esa segunda oportunidad que todo el mundo merece. Por lo menos, un vengarse de la fatalidad; la revancha contra el canto de la moneda; la segunda vuelta de unas elecciones ajustadas; que Eros hubiera podido algo contra Tánatos como prometían los ars amandi.
Creímos ser nosotros mismos los restos del naufragio: pecios y no robinsones.
Si hay Dios, odia a muerte a quienes supimos ser felices.
1 comentario:
Aich! Ouch! Ufff! Ummm! Ah!
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