sábado, 25 de diciembre de 2010

Els homes buits de T.S. Eliot (Traducció de Marçal Font Espí)




Els homes buits

de T.S. Eliot (Traducció de Marçal Font Espí)

I

Som els homes buits,
els homes embotits
que recolzen l’un en l’altre
el cap ple de palla. Ai!
Les nostres veus ermes, quan
xiuxiuegem plegats,
són silents i vàcues
com el vent dins l’herba seca
o petges de rates sobre vidre esmicolat
en la nostra bodega seca.

Motlle sense forma, ombra sense color,
força paralitzada, gest sense motriu;

aquells que han creuat,
amb ulls fits, a l’altre regne de la mort
ens recorden —si de cas— no com a perdudes
ànimes violentes, sinó només
com els homes buits,
els homes embotits.


II


Ulls que no goso trobar-me en somnis.

En el reialme oníric de la mort

aquests no hi apareixen:

allí, els ulls són

raigs solars sobre una columna escapçada.

Allí, hi ha un arbre gronxant-se

i les veus són,

en el cant del vent,

més distants i més solemnes

que una estrella que s’apaga.


Permeteu-me no acostar-me

al reialme oníric de la mort.

Permeteu-me també posar-me

disfresses tan deliberades.

Un abric de rata, pell de corb, estaques encreuades

en un camp

comportant-se com es comporta el vent

sense acostar-m’hi.


No aquell encontre final

en el reialme del crepuscle.


III


Aquesta és la terra morta.

Aquesta és la terra dels cactus.

Aquí les imatges de pedra

s’alcen, aquí reben

el prec de la mà de l’home mort

sota les pampallugues d’una estrella que s’apaga.


És així

a l’altre regne de la mort.

Caminant solitari.

A l’hora que nosaltres som,

estremint-nos de tendresa,

llavis que besarien,

fan pedra esmicolada de les pregàries.


IV


Els ulls no són aquí.

No hi ha ulls aquí.

En aquesta vall d’estrelles finant.

En aquesta buida vall.

Aquesta mandíbula esqueixada dels nostres reialmes perduts.


En aquest darrer dels punts de trobada

tentinegem plegats

i evitem parlar,

reunits en aquesta platja del riu cabalós.


Invidents, a no ser que

els ulls reapareguin

com la perpètua estrella,

multifoliada rosa,

del regne crepuscular de la mort.

Només l’esperança

dels homes buits.


V


Fem la rotllana de les figues de moro

figues de moro figues de moro

fem la rotllana de les figues de moro

a les cinc en punt de bon matí.


Entre la idea

i la realitat,

entre la força motriu

i l’acte,

cau l’Ombra.

Doncs Teu és el Regne.


Entre la concepció

i la creació,

entre l’emoció

i la resposta,

cau l’Ombra.

La vida és molt llarga.


Entre el desig

i l’espasme,

entre la potència

i l’existència,

entre l’essència

i el descens,

cau l’Ombra.

Doncs Teu és el Regne.


Doncs Teva és

la vida és

doncs Teva és la


Així és com el món s'acaba.

Així és com el món s'acaba.

Així és com el món s'acaba.

No amb un bang sinó un gemec.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ponci Pilat


Home vàlid i honorable (viarany esquerp a voltes i a voltes vial). No fou ell qui l'envià als inferns ni qui el negà tres vegades abans de l'alba. Però fou qui pagà, de mala gana, els plats trencats del banquet de joia, carn i creu de Déu meu per què m'has abandonat: 30 denaris de seny i la mala propaganda de la impaciència. (Veure 'La davallada de Crist als inferns'. Apòcrifs neotestamentaris).

martes, 8 de junio de 2010

De la intervención divina en la escritura: los arquetipos de la revelación y la inspiración (Parte 1)

Nietzsche de joven.

Fue Nietzsche quien encendió los focos de la sospecha sobre la capacidad del lenguaje para 'contener' la verdad de lo real. Para el filósofo alemán, el lenguaje pecaba en dos aspectos que lo hacían falible o, por lo menos, lo ponían en duda para cumplir este propósito: 1. la palabra siempre implica un salto metafórico y la literalidad absoluta es imposible, o dicho de otro modo, es imposible hablar "de corazón a corazón sin intermediarios". 2. el discurso lingüístico siempre está contenido en un momento del tiempo que a su vez es contenido en él; es un segmento del mismo y por ende, sólo es capaz de reflejar lo humano y lo mundano de forma sincrónica, mientras que la realidad es algo en movimiento, algo sujeto al diacronismo.

Pero el ser humano hace muchos muchos siglos que convive de forma más o menos consciente con esa sospecha hacia el lenguaje y, por extensión, hacia la verdad de lo real que trate de transmitir a través de cualquiera de sus manifestaciones.

Quizás donde mejor podemos apreciar esa relación del ser humano con esa sospecha sea en los textos cosmogónicos, concretamente en la explicación de su propio origen (las más de las veces explícitada en ellos mismos) que suele atribuir su creación a la intervención divina y no al quehacer humano. En la gran mayoría de 'textos sagrados' que refieren el origen y el porqué del mundo, el propio objeto comunicativo se arroga a sí mismo un nacimiento anterior al del ser humano, cuando no directamente el atributo de la atemporalidad. ¿Qué consigue con esto? Dos cuestiones de suma importancia: 1. por un lado la verosimilitud: si lo que se cuenta es el origen del ser humano, el emisor del discurso debe ser forzosamente capaz de haber 'existido' antes o por lo menos desde el comienzo mismo. 2. el lenguaje pierde su falibilidad. La atemporalidad y la infalibilidad en la denotación comunicativa de la divinidad se transmite al texto. Lo que allí se diga, va a misa, sin más; algo que vale tanto para el 'relato de los orígenes' como para las leyes que de ahí se infieran o que aparezcan en el texto de forma explícita. Por lo tanto dependerá de la capacidad de entendimiento del receptor el ser capaz de acercarse o no a esa verdad de lo real transmitida en el objeto lingüístico, pero de ningún modo la falta de comprensión será consecuencia de una mala expresión sinó siempre de una mala recepción del acto comunicativo. En el diálogo estrictamente humano el esfuerzo debe ser practicado por ambos, falibles, emisor y receptor, para quienes un gruñido quizás sea más esclarecedor que la mejor de las oraciones; no así en el diálogo entre lo divino y lo humano, salvando así el escollo de la falibilidad lingüística.

Que este fenómeno constituye todo un arquetipo lo veremos a través de algunos ejemplos.

En el antiguo Egipto el culto a Dyehuty (quizás más conocido por su nomenclatura griega Thot o como el dios Hermes helénico) fue uno de los más importantes dentro del panteón. Dyehuty tenía poder sobre todos los demás dioses (lo que no implica que estuviera por encima de ellos en rango). Patrón de los escribas, además del dios de la escritura (se le representaba a menudo escribiendo en una tablilla) también tenía relación con la música, la 'ingeniería' y la posibilidad de los cuerpos de 'llegar a' espíritus después de la muerte. La tradición atribuía a este dios la creación de El libro de los muertos, una suerte de código de conducta para los difuntos con instrucciones pormenorizadas de los pasos a seguir y los rituales a ejecutar por el finado en su tránsito al estadio de 'libertad espiritual', derrotando amenazas diabólicas y sorteando las más diversas pruebas.

Dyehuty escribiendo en una tablilla.

Ya en el Antiguo Testamento, encontramos uno de los más famosos ejemplos de dicho arquetipo. Cuando Moisés y el pueblo de Israel llegan al desierto del Sinaí, Moisés es llamado a la cima del monte varias veces. El tercer día, Dios desciende a la cima de la montaña para encontrarse con él tal como había anunciado, envolviéndola en una espesa nube para que el pueblo, desde abajo, creyera luego a su guía cuando éste descendiera de nuevo para llevarles las leyes de Dios. Pero es tras romper las primeras tablas de la ley el episodio del becerro de oro, cuando Moisés vuelve a la cima para implorar el perdón de Dios para su pueblo y reestablecer la alianza con él, que se nos explicita la intervención divina en la escritura de las nuevas tablas: El Señor dijo a Moisés: -Talla dos tablas de piedra como las primeras que has roto: en ellas yo escribiré los mandamientos que había en las primeras (Éxodo 34:1).

Moisés rompiendo las tablas de la ley, por G. Doré.

En los apócrifos neotestamentarios lo encontramos en el Descenso a los infiernos, tradicionalmente asociado a las Actas de Pilatos como segunda parte de un todo bautizado, probablemente ya en el siglo XI, como Evangelio de Nicodemo. Es un evangelio cuya historia textual no está exenta de implicaciones políticas, pues las Actas de Pilatos probablemente fueron divulgadas durante el siglo IV como texto de descrédito hacia la figura de Cristo y de restitución de la de Pilatos. Una reutilización de los mismos con propósito inverso en el siglo V daría lugar a la versión del mismo que nos ha llegado. Su vinculación con el Descenso, texto que goza de autonomía propia, vendría motivada por las alusiones que se hacen en ambos de la figura de Nicodemo, que acabaría por intitular el conjunto. Pero vayamos al arquetipo presente en esta segunda parte del evangelio: reunidos el consejo de sabios y reflexionando sobre las noticias de la resurrección de Cristo, llega a su conocimiento la presencia en un lago cercano de dos hermanos que, habiendo fallecido poco antes de la muerte del mesías, habían sido vistos por allí y sus tumbas se habían descubierto abiertas. El consejo de sabios manda buscarlos para interrogarles acerca de la resurrección del rendentor y así tomar partido o no por él según su testimonio. Llegados al templo, ambos hermanos piden que les sea entregado material de escritura y, en silencio (o separados en habitaciones distintas según la versión latina del texto), escriben de forma sincronizada e idéntica el texto del Descenso, donde relatan cómo Cristo, tras morir en la cruz, abre las puertas del infierno y restituye a Adán y a una pléyade de profetas y hombres santos. Otra vez, la intervención divina está detrás de la veracidad incuestionable que pretende el texto en su relato.


Descenso de Cristo a los Infiernos, por Duccio di Buoninsegna (s.XIV).

La tercera de las 'religiones del libro', el Islam, también explota el arquetipo del origen sobrehumano del texto. El Corán, cuenta el mismo, fue revelado a Mahoma (o mejor, desvelado, porque ya estaba en él desde el principio de los tiempos, como argumenta Ibn Arabi en El esplendor de los frutos del viaje) a través de un sueño en una cueva del monte Hira, cerca de la Meca, a la edad de cuarenta años (el número cuarenta otra vez, como Moisés y Cristo) en el cual el profeta es arrebatado y, guiado por el arcángel Gabriel, llevado en cuestión de pocas horas al principio y al final de los tiempos, a todos los lindes de la creación, a las hoduras del infierno y a los aledaños del resplandor del trono de Dios, lo más cerca del mismo que puede llegar nadie. Según la tradición y el mismo Corán, Mahoma era analfabeto, por lo que cuando tras estas revelaciones empezó a verter el texto sagrado, no lo hacía en tanto que humano sino en tanto que 'mano' de Dios. Este es el principal motivo, además, de que el árabe clásico sea una lengua todavía viva en la literatura y los medios de la gran mayoría de países musulmanes más allá de sus dialectos y lenguas propias de cada uno. Como también lo es de que haya sufrido mínimas variaciones a lo largo de 14 siglos. El árabe clásico es considerado la lengua de Dios, no una lengua humana más.

Mahoma junto al arcángel Gabriel. Manuscrito turco del Milagroso viaje de Mahoma (s. XV).

Pero no sólo en el ámbito semítico y europeo hallamos este arquetipo. El Mahabarata, según dice el mismo texto y la tradición, fue dictado directamente por Vyasa a Ganesha. Cabe recordar que Vyasa fue hijo de Parasara (figura a la que a su vez se atribuyen también numerosos textos arcaicos hindús) y de Satyavati, hija de un remero, quien se casaría con el rey Shantanu y daría a luz a los herederos del trono Chitrangada y Vichitravirya, a quien Vyasa trataría como si fuera su tío. Se trata de una figura central del panteón hindú y a él se le atribuyen también los vedas.

Vyasa dicta el Mahabarata a Ganesha.

Otro ejemplo lo hallamos en la Odisea. Más allá de la invocación a las musas del primer verso (Musa, DIME del hábil varón que en su largo extravío), en el Canto III encontramos este revelador pasaje: Telémaco, tú mismo discurrirás en tu mente algunas cosas y un numen te sugerirá otras, pues no creo que hayas nacido o crecido contra la voluntad de los dioses (Odisea, 3:26-28). Este consejo lo da Atenea al hijo de Odiseo durante su periplo por los reinos aqueos en busca de noticias de su padre. Es citado por Platón en Las leyes para ilustrar la necesidad de atender a la 'voluntad' de los dioses para conocer el modo oportuno de desempeñar danzas y rituales en su honor en el mismo momento de su ejecución, siendo éste el modo de ganar su favor por encima de pautas de seguimiento estricto. En el texto del casi-mítico Homero, las alusiones a este tipo de proceder son constantes, pero señalamos ésta por su referencia directa a la actividad creadora humana de índole sagrada sometida a los 'influjos divinos'.

Telémaco junto a Penélope y su telar.

Esta tradición helénica seguirá vigente en el primer cristianismo en Bizancio. No hay que olvidar que para los bizantinos no hay discontinuidad histórica entre la época helénica y la propia, conservando todavía, por ejemplo, la paideia como base de la educación y las 'antologías' de textos de la grecia clásica. Así, la elaboración de la iconografía bizantina exige de unos rituales de acercamiento y sumisión a la divinidad previos a la actividad pictórica propiamente dicha, de por sí muy estricta en las formas, los colores y los órdenes de representación de cada icona concreta. Es en este mismo contexto que encontramos un nuevo ejemplo de nuestro arquetipo. Entre los siglos V y VI vivió Romano el Mélodo, santo y compositor de numerosos himnos litúrgicos, algunos de los cuales todavía se usan hoy en las festividades de la Iglesia Ortodoxa. Su obra más famosa es el kontakión de la Natividad, de cuyo origen existe una leyenda muy extendida en los santorales. Cuenta que durante una Nochebuena, Romano tuvo que cantar algunos himnos, haciéndolo tan mal que recibió el escarnio de los sabios que allí se encontraban. Humillado y desanimado, cayó profundamente dormido y durante el sueño se le apareció la Madre de Dios, quien le ordenó que se comiera un rollo de pergamino. Habiéndole hecho caso, despertó y como arrebatado se puso a cantar el maravilloso himno dejando impresionados a todos los presentes.

La Madre de Dios obliga a tragar un rollo de pergamino a Romano el Mélodo.

No acaba aquí nuestra persecución de este arquetipo. Hemos repasado algunos de los textos cosmogónicos antiguos. En el próximo post veremos qué ocurre en épocas más modernas.

martes, 25 de mayo de 2010

Sentencia de la expulsión de Adán o Veredicto del caso Sísifo

Aquí una versión slamer y sin música ;-) Gracias mil por este vídeo compañeros.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Pornoterrorismo


Sabía que había un terrorismo intelectual que ni toda la CIA podía tumbar. Pero ahora, por aquellos azares felices de la vida, empiezo a conocer algo de la existencia del Pornoterrorismo. Un proyecto super interesante que lleva Diana J. Torres ella sola, pues como bien me puntualiza por mail, es algo, claramente, onanista.

Otra cosa es el Postporno (empiezo a parecerme al típico heaviata pesado con aquello del metal-hardcore-grunge-funck-trash...). Ando enfrascado en la amenísima lectura, por inteligente y descarnada, del libro de María Llopis El postporno era eso. Me viene que ni al guante, obsesionado como estoy ahora mismo con la identidad masculina, los lindes difusos entre masculinidad y feminidad en todo individuo (por más hetero que se sea hay una proporción única de ambos sexos en cada uno de nosotros que no atiende solamente a los genitales) y por la necesidad imperiosa no sólo de reinventar lo masculino sinó de salvarlo de las casillas de un sistema patriarcal en el que (sí, él también) se ha visto subyugado tanto en lo que refiere a su concepción identitaria como en su rol social, sexual y familiar.

Afortunadamente, el feminismo lleva andado un camino enorme y ha conseguido subvertir ciertos aspectos de esos roles de privilegio, libre albedrío y poder que se otorgaban solamente al hombre blanco heterosexual y con hijos. Pero una vez despojado de estos privilegios (que yo no siempre consideraría como tales) al hombre le queda el lastre de los deberes que esa misma situación le comportaba. La exigencia de hombría no se le perdona. Pero no me quiero enrollar demasiado con eso ahora, más adelante escribiré largo y tendido del tema. De momento, quien quiera saber a qué me refiero con esa 'exigencia social de hombría' que lea el ensayo de D.D. Gilmore, Hacerse hombre. Concepciones culturales de la masculinidad publicado en Paidós. Uno a veces no se da cuenta de cuán hondo puede llevar incrustada cierta mierda cultural hasta que no te lo cuenta un antropólogo. Recomiendo especialmente el capítulo referido al hombre de la cuenca mediterránea.

Yo, por lo pronto, este viernes o este sábado me voy a acercar al Teatro Utopía (Pujades, 280) a las nueve de la noche para ver qué caray se cuece y si soy capaz de aprender algo. O mejor dicho, de desaprender algo de mí.

martes, 4 de mayo de 2010

Barcelona Poesia contra els Regnes de Taifes


Deia l'altre dia l'amic d'una amiga meva, amb tota la raó del món, que a Barcelona durant uns quants anys, dècades potser, els poetes ens hem agrupat en regnes de taifes. Sortosament, sembla que les coses comencen a canviar. Prova d'això és el que diu, i jo subscric plenament, l'Eduard Escoffet en una entrevista recent concedida com a incipient codirector de Barcelona Poesia juntament amb Martí Sales i Ester Xargay: "en els últims anys, hem aconseguit anar sumant: la poesia més hermètica pot conviure amb aquella que necessita del ritme i la paraula recitada, el gest, la imatge." Per més endavant afegir que "a Barcelona no han deixat mai de passar coses. Hem de recuperar l'esperit positiu." I acabar rematant amb una reflexió lapidària per lúcida: "prefereixo ser Barcelona que Nova York. [...] Aquí et trobes el poeta jocfloralesc, el polipoeta, el rapero, el performer, el poeta introspectiu... De tot i força", mentre que "a Nova York n'hi ha més, però en una línia molt marcada". Barcelona, sembla, segueix tenint allò que fa d'Europa un gran continent i alhora una olla de grills, cal aprofitar-ho.

Ara fa prop de quinze anys que trepitjo les catacumbes dels recitals i tertúlies poètiques d'aquesta ciutat (el fet de ser un català recitant en castellà no és quelcom que obri portes per aquí). Al principi en Casasses i companyia em semblaven l'establishment poètic més accessible (cal recordar que aquest havia guanyat el Carles Riba el 95 amb Calç i que els seus Coltells aviat ressonarien amb força contra els murs dels barris d'història més noble: els d'arran de mar) i val a dir que són gent que mai va oferir un gest de menyspreu al poetastre jove i novell qui, per contra, solia topar-se amb l'elitisme impostat d'aquelles taifes que tenien més neguit per escriure el seu nom a la següent pàgina de la història literària que per la poesia. D'alguna manera, torno a estar d'acord (situat com estic a l'altre extrem de l'orb poètic i estètic barceloní) amb l'Escoffet, per a molts de nosaltres aquests han estat els pioners i els referents més immediats (quasi els únics possibles) d'aquesta eclosió que ara es promet a Laietania i que tant bé sembla que han sabut captar els nous dirigents de Barcelona Poesia.

La setmana del 13 al 19 de Maig de 2010 ha de ser el tret de sortida d'una nova manera de relacionar-se entre els diferents actors poètics de la ciutat: no hi pot haver disputes ni gelosies entre aquells que estimem el mateix. El que sí que hi ha d'haver són discrepàncies obertes i franques, sense sang ni personalismes, que donin forma a les nostres llibertats creatives i que ajudin a restablir un diàleg estètic que brilla per la seva absència desde fa massa anys. Aquesta setmana hi haurà de tot, i sembla que per primer cop en molt de temps, ben avingut. Desde la polipoesia a l'art floral; desde la poesia visual al hip hop; des del sentimentalisme a la provocació; des del menorquí a l'ucraïnès; des del poeta consagrat al verge de públic... I tots, torno a dir, sumant per tots i celebrant aquesta festa conjunta de la metàfora, el vers i el cant que tanta falta ens fa en aquests temps de política embogida i emotivitats escapçades.

sábado, 1 de mayo de 2010

Contra-manifiesto de la Polipoesía


Aquí el contra-manifiesto:

1. Solamente la voz ha marcado y seguirá marcando el devenir de la poesía. En arte no existen ni desarrollo, ni progreso, ni evolución desde un punto de vista histórico o temporal. Los medios electrónicos y el ordenador serán tan protagonistas como el uso de un violín, los avances en aislamientos térmicos para techos o el aleteo de una mariposa en Hong Kong.


2. El objeto voz debe ser explotado en todos sus aspectos: la palabra y el silencio, elementos básicos de la poesía, son vehículos de emotividad y empatía, como va demostrando la investigación de las neuronas espejo humanas. La voz deberá poder liberar su polivalencia en todos los campos: sonoros, visuales, textuales y neuro-lingüísticos y permitir así a la poesía trascender los simples aspectos idomáticos (constructivos o deconstructivos) y dejar atrás el lastre de la identificación entre texto y autor.


3. El ruido es la quintaesencia de la poesía. La ambigüedad semántica, sea sonora, textual, visual o gestual, debe tensarse al límite en la forma poética que adopte hasta dar con un sentido que nos permita creer dominarla, es cuestión de virtuosismo. Metal Machine Music, de Lou Reed, es una obra absolutamente armónica.


4. El tiempo es un chicle. Un poema jamás puede durar lo mismo cada vez: como ningún minuto dura igual que otro minuto, ni ningún segundo igual que otro segundo, ni la misma palabra o el mismo verso significan lo mismo en cada ocasión. El montaje, disarmónico o armónico, es siempre una unidad de presente sin posibilidad de síntesis: la síntesis de una palabra en el espacio y el tiempo es siempre ella misma, su equilibrio dependerá del lugar que ocupe.


5. La lengua es significado y los valores semánticos son los verdaderos vectores de su expresividad: primero el acto emotivo y después el racional.


6. La poesía puede ser o no concebida y realizada para el espectáculo en vivo; tiene como “prima donna” la comunicación, que será piedra angular de la relación de la voz con:

· la sonoridad (musical, rítmica, gutural, instrumental,

electrónica...)

· la gestualidad (gesticulación, interpretación, danza,

presencia escénica)

· la imagen (escenografía, proyecciones, luz, vestuario, maquetación, soporte plástico...)

· los objetos (tipos de edición, descontextualización,

alteración, destrucción, atrezzo...)

· el público (de platea, de bar, de slam, espontáneo, rata de biblioteca, erudito, de masas...)

· el significado (moral, político, sorpresivo, sensacionalista, provocativo, místico...)

lunes, 26 de abril de 2010

L'art del consum vs. el consum de l'art

Servilletero de Eva Vila

El fetitxisme torna amb força i això sempre és una alegria. No em refereixo (només) a aquell de treu-te els pantalons però torna't a posar les botes, sinó al fetitxisme artístic, a l'editorial sobretot. Si fa uns quants posts el pensament em vagarejava pel territori dels eBooks i, entre d'altres coses, lamentava la impossibilitat del pop-up digital, avui m'adono que aquest és un sector en alça (potser no econòmicament però sí a nivell d'interès del públic), com ho són les edicions especials de tirada limitada i les noves edicions de bibliòfil.

Per què m'entusiasma això? Doncs perquè, d'alguna manera, el que estem fent és subvertir la terrible espiral warholiana de l'art mecanitzat com a bé de consum massiu, que ja ha arribat massa lluny generant empatxos constants i abúlies cròniques. I a més ho fem per una porta insospitada que res té a veure amb allò tant esotèric com absurd que diu Adorno sobre vés a saber quina aura en l'original. El fetitxista aprecia la història de l'objecte, no només la de la seva producció, adquisició i preu, sinó també la del seu lloc en l'espai temps que ocupa i que comparteix amb ell, tant fugaç i irrepetible com la seva vida mateixa. Hi ha una atracció sensual vers l'objecte, un desig que respon a alguna cosa més que a la mera possessió, que busca un realitzar-se en ell, un impuls com de còpula possible ara i aquí i després ja res, com aquella dels setze anys entre dos adolescents púbers per l'amor però amb la frescor dels horitzons oberts. Vida.

En la creació del fetitxe modern no importa que el procés sigui mecanitzat o purament digital o que, pel contrari, sigui cent per cent artesanal. Tot és vàlid. El que importa és l'adequació d'aquesta obra d'art al paisatge social que el rebi i ocupi. No és un art creat per fer-se un lloc a les pàgines d'història ni als estands de l'FNAC. És un art que és història, que la viu: d'ell només en quedaran les despulles pels arqueòlegs. És un art que practica el localisme, confrontant-se així a allò massiu. I no em refereixo només al localisme geogràfic (que també), sinó al localisme temporal, al social, al filosòfic, a l'intel·lectual, al festiu... L'individu s'allibera així de la combinatòria constrictora, per escassa, dels pocs elements que ofereix el mercat de l'art de masses amb que ha de conformar la seva identitat. Ja no es tracta de personalitzar el gust com si es tractés d'un personatge dels SIMS: amb nou o deu possibilitats pel cabell, nou o deu pel nas, nou o deu pels ulls... Es tracta de tenir un sol nas, el propi, i un sol cabell, el propi, i uns sols ulls, els propis... És a dir, fer-ne un art del consum d'art, i no al revés, un consum de l'art de consum.

El pioner de tot plegat potser sigui Joan Brossa. Quan construïa un poema visual per a una exposició el refeia de nou. No hi havia un original que anés traginant d'un lloc a l'altre ni una producció en serie i massiva en plan merchandising del Barça. L'art tenia un sentit en l'instant, en la confrontació directe amb el seu moment històric. Res més. Després, és clar, en feia fotografies i llibres i postals que malvenia... despulles al cap i a la fi. L'art era per a ell un procés viu, per això va publicar tant tard. Voleu una obra de Brossa autèntica a casa: agafeu una pilota de futbol, col·loqueu-hi a sobre una peineta i en dieu País. Si voleu més acidesa al cóctel, situeu una vinyeta de Forges a la vora.

jueves, 22 de abril de 2010

Edats

Il·lustració de Junceda

A Alejandro Duque Amusco

Quants anys tens, home?

Et pesen èpoques i segles.
Són lleugeres les hores, els moments.

Quants anys tens, home?

Acumules pols i eres,
marbre i papir cendrós.
Ferida oberta a l’ADN
i cicatriu de naixement.

Quantes guerres ja a l’esquena?

Si a cada passa recrees camins mai vells del tot.
Si cada mort és aire fresc per una mort sola, la nostra,
que sembla no voler acabar mai.

Quantes guerres ja a l’esquena?

El desig no fou en va.
Com no ho fou el plaer d’aquell que fa malves.
Ni la sang, ni el plor, ni l’esperma vessades.

Com no ho foren els cants i les danses que fruires en d’altre temps
i que ara aprens de llibres rònegs.

Has perdut el compte dels anys, home,
fent comparsa amb el cruixir de les roques;
perseguint xisclets de russinyol.

miércoles, 21 de abril de 2010

No te confundas - Clip de Maribel Sánchez

Los amigos de Adictos al Verso con quienes coincidí en Sant Boi hace unas semanas grabaron el recital y me prepararon esta sorpresita en forma de video-clip para el poema. Gracias mil ;-)

lunes, 19 de abril de 2010

Fragment

Etzibava els insults l'un darrera l'altre sense parar esment del que deia. Era una lapidació lèxica que ni Crist hauria pogut evitar. I el seu, de lapidari, a més d'extens, contenia una virulència alquímica d'atanor en ebullició d'allò més perillosa per l'objecte de la seva ira. Era com un crisol que acumulaba i acumulaba i acumulaba al seu si fins que de cop s'ennuegava i explotava amb violència disparant un cúmul de metralla que, ara i adés, aconseguia transmutar en filosofia, fent-la encara més destructiva. Ho esbotzava tot: les rutines, els endreços, els sobreentesos de l'amor, les figuretes de la lleixa. Després de cada un dels seus estirabots existencials, a ell li costava horrors recuperar l'ordre: el seu impossible.

domingo, 18 de abril de 2010

Reflexiones sobre el eBook (y IV)


Toca hablar de las bondades del eBook. Son muchas las que a uno se le ocurren a primera vista. Muchas más las que se descubren sólo con pensarlo un poco. Y muchísimas más serán las que vendrán y que todavía ahora resultan imprevisibles (quizá algo novísimo que tire por los suelos el mismo eBook y lo deje a la altura del LaserDisc para la historia).

Por encima de lo obvio (el peso, la portabilidad, el fin de la fotocopia el escaneo y el OCR...), para mí destacan dos aspectos.

El primero, la posibilidad de llevar en el bolsillo, en cualquier lugar, una auténtica biblioteca. Me imagino realizando por fin ese viaje en tren en compañía de las obras completas del padre Feijoo, o de todos los artículos de Larra, o de la correspondencia completa de Goethe. Son lecturas para las que se presta ese tipo de situación pero que resultan imposibles en papel a menos que uno disponga de tres o cuatro porteadores personales (también son fantásticas para esos trayectos de cuarto de hora en metro). Imagino también un viaje a las islas egeas (mis queridísimas islas de piérdete y que no te encuentren) llevando conmigo todos los textos helénicos. Lo hice en papel una vez con la Odisea: leer en medio del Pontos rumbo a Donousa, en la cubierta de un ferri en la noche, el naufragio de Odiseo mientras la espuma del mar embravecido mojaba las páginas del libro no tuvo precio. Pero más increïble habría sido haber podido leer también a Epicuro en Samos y el mito de Ícaro en las playas de Icaria y la Vida de Sócrates de Jenofonte en Atenas y... pero todos esos no los pude traer conmigo y los tuve que leer en casa, el peor lugar para leer.

El segundo, la literatura en hipertexto. La teoría de ese tipo de construcciones literarias viene desarrollandose desde hace más de dos décadas, desde que la informática irrumpió con fuerza. Todavía no conozco una obra literaria de calado, como tampoco conozco un video-juego que tenga un buen argumento más allá de buena jugabilidad, buenos gráficos, buena estructura... No ha llegado un Lope de Vega de estos géneros, un Cervantes todavía menos. Probablemente, en el desarrollo de estos nuevos géneros, estemos todavía al mismo nivel que pudo ocupar la Celestina para el del teatro en lengua castellana. Todavía nadie nos ha hecho estremecer con ellos, como todavía nadie lo ha hecho con una película en 3D, sacando todo el jugo nuevo que la nueva técnica aporta. Imagino, no sólo hipertextos, sinó conjuntos coherentes de ellos; mundos novelados enteros construidos y constantemente alimentados por diversas plumas, donde los personajes y paisajes se compartieran (como en los cómics de Marvel o DC, o las novelas de Dungeons and Dragons); si fueran de ese tipo no serían mi lectura aunque seguro que venderían y atraparían a muchísima gente, pero si fueran grupos de plumas escogidas, equipos de producción literaria de calidad, quizá me despertaría interés y podría suscribirme a sus actualizaciones... ¿Quién quiere ya obras con principio y con final? ¿Quién quiere obras digitales entre-cubiertas?

martes, 13 de abril de 2010

Reflexiones sobre el eBook (III)


Un antiguo compañero del instituto (cosas del facebook) ha linkeado un pequeño artículo acerca de sus impresiones en una conferencia dada por el tipógrafo Ricardo Rousselot (que cuenta en su haber con trabajos tan buenos como los diseños de Smoking, Casa Tarradellas o Marcilla). Cuenta Raul (el amigote) que este hacedor de letras dijo que no era lo mismo trabajar sobre papel que sobre pantalla, que una lágrima podía caer sobre un hoja que contuviera un poema pero jamás encima de un monitor. Sensiblerías a un lado, lo cierto es que la experiencia lectora cambia ostensiblemente de un formato a otro y esto, inevitablemente, modulará géneros, condicionará hábitos de lectura, dará paso a nuevos espacios de creación y terminará con otros. En este post quiero fijarme en estos últimos, en lo que desaparece (ya haremos otro con lo que se gana, que es muchísimo), con los mínimos juicios de valor de que sea capaz, sólo parando mientes en hechos objetivos.

Lo primero que salta a la vista es que el formato del libro queda restringido al del lector digital de eBooks, que corresponde más o menos al 8º mayor o al 4º menor del libro clásico. Se acabaron el resto de formatos derivados del número de pliegues que se hacía a los folios de impresión: 8º (los de Austral), 16º (los de la colección Pulga, que en realidad son un poco más pequeños todavía) y los exquisitos en 32º (escasísimos y fetiche de coleccionistas especializados). Se acabaron también los 4º mayores (las primeras ediciónes de best-seller en tapa dura), los folios (libros de arte) y los grandes folios (usalmente reservados para ediciones de lujo o de eventos especiales).

Con ello, también se pierde toda la tradición del arte de la encuadernación. Rústicas, cartonés, telas, pieles y guaflex, las holandesas, las camisas, los dorados en el lomo, los estampados, los nacrados, las medallas incrustadas, las sobrecubiertas, el papel de hilo, el de trapo, el pergamino...

Nos deja también el arte en cubierta, un terreno abonado hasta ahora para ilustradores especializados, pintores de renombre y diseñadores con mejor o peor gusto. Todavía se emula al formato del libro en papel en su representación digital para la venta, pero pronto el diseño se abrirá a todos los nuevos formatos que le ofrezca la pantalla sin constreñirse a la imagen ficticia de un libro que quizás ni exista en formato tradicional: cubiertas de distinto formato al resto del libro, fichas técnicas haciendo las veces de cubiertas, baners como única imagen objetual del libro, obras que sólo tengan una icona clickable como cubierta digital... Eso ya formará parte más del terreno publicitario que del bibliográfico. Directamente relacionado con este aspecto, también las ilustraciones en lámina fuera de texto desaparecerán como las conocemos: ya no tendremos que vigilarlas por el rabillo del ojo mientras leemos la página contigua que las comenta. Probablemente se tenderá a la ilustración ofrecida a través de un vínculo en el mismo texto o intercalada en él sin cuidar demasiado la maquetación de la página entendiéndola como una unidad, lo cual posiblemente sea mucho más cómodo.

La noción de paginado también es algo que morirá en breve, estoy seguro. Por lo menos su homogeneidad en tamaño y extensión dentro de un mismo libro. Páginas con muy poco texto podrán verse de un pantallazo y otras jugarán, quizás literariamente, con el efecto del scroll que las irá haciendo aparecer en el monitor de lectura. La numeración de las páginas, por la misma regla de tres, no tendrá porqué emular la versión analógica del libro. Los índices no tendrán porqué dar referencia de las páginas, pues cada entrada de los mísmos será un vínculo que nos llevará directamente al lugar referido de la obra sin necesidad de páginas numeradas.

Por útlimo, dos cosas que parecerán más tontas pero que para mí no lo son para nada. Una que me entristece especialmente y otra que me alegra muchísimo. La primera: se pierden los pop-ups, algo que, a la espera del eBook en 3D, difícilmente podrá imitarse (por más que inventemos otras propuestas tan o más espectaculares). La segunda: se acabaron los ácaros, para un alérgico como yo es un sueño hecho realidad.

Todos estos detalles no lo son tanto y afectarán directamente a nuestra concepción de la creación y la recepción literarias. De algún modo, el eBook nos devuelve un poco al antiguo formato en rollo, previo al formato libro en páginas cortadas y encuadernadas. Este cambio, del rollo al papel, tuvo su razón de ser en una mayor comodidad de acceso a los textos concretos que querían usarse en una situación dada, tanto en la predicación apostólica cristiana, como en la consulta de las leyes. Supuso un adelanto técnico de gran importancia en su momento y tanto el escritor como el lector (aunque fuera cosa de pocos) vieron alterados sus usos y costumbres, lo que influyó en los géneros y el tipo de difusión de la literatura. Con el eBook pasará algo similar, pero todavía es pronto para ver qué inventamos y qué vueltas le damos entre todos al nuevo formato para sacarle el máximo partido posible.

sábado, 10 de abril de 2010

Reflexiones sobre el eBook (II)


En el anterior post hablé de cómo imaginaba el formato de libro electrónico que acabaría por imponerse. En este quiero hablar de algo que atañe no sólo al eBook, sinó también a cualquier archivo con contenido artístico sujeto o no a derechos de autor: el canal: Internet.

Si tenemos en mente el esquema de la comunicación de Jakobson (emisor, receptor, código, mensaje...), diremos que el canal tradicional del código que encripta el mensaje literario era el papel, la tinta y el haz de fotones que tras rebotar en los mismos viajaba por el aire hasta llegar a ojos del lector para ser desencriptado en su cerebro. La idiosincracia de este canal hacía que el acceso al mensaje literario por parte del receptor dependiera directamente del acceso que tuviera a ese espectro de luz rebotado en lo escrito, y por ende, del acceso a una copia en tinta sobre papel del mismo. Consecuentemente, el modelo de negocio hasta nuestros días ha sido el comercio de copias del mensaje, es decir la reproducción más o menos automática del mensaje literario codificado sobre multiples canales no siempre idénticos entre sí pero siempre análogos (copias manuscritas, impresiones en serie, fotografías, vinilos) y que le daban la posibilidad de difundirse al mismo tiempo que constituían la mercancía para el comercio.

Pero Internet se ha revelado como un canal con una idiosincracia distinta a la del papel. Sobre todo en algo crucial para ese modelo de negocio: la copia ha dejado de existir como condición sine qua non para el acceso del lector al mensaje.

Me explico. Cuando uno consulta un documento digital que contiene encriptado en ceros y unos un código lingüístico en un alfabeto cualquiera que a su vez es desencriptado por el lector para reconstruir el mensaje, lo que hace no es generar una copia nueva del mensaje literario suplantando el rol del editor, el impresor y el librero, sinó que lo que hace es acceder por su propia puerta al canal donde este mensaje está contenido, encriptado y sostenido en el tiempo. Es decir, en Internet, entendido como el canal que es, existe una sola copia de todo lo que hay, independientemente de si el mensaje codificado en digital se encuentra almacenado en uno o en varios servidores. La idiosincracia de Internet como canal, lo que lo hace realmente novedoso, es precisamente esa capacidad de acceso selectivo por parte del receptor a los mensajes que transporta, como si en un mercado uno pudiera seleccionar qué quiere escuchar y qué no dentro del rumor de voces del tumulto; la capacidad de suspender los mensajes en el tiempo hasta que son recibidos por el lector, como lo hace el papel con los textos impresos en él; la repetición más o menos intensa del mensaje, como si de un eco se tratara; y la generación constante de vínculos que establece entre todo su contenido (entre lo que ya contenía antes de la emisión del nuevo mensaje, el propio mensaje nuevo y todo aquello que a partir de entonces sea añadido). De algún modo, la gracia de Internet es que funciona como una especie de hipercanal lingüístico, un gran laberinto cerrado de espejos que repite sin cesar cada haz de luz, cada mensaje, que se arroja dentro.

Pretender la exclusividad de explotación económica de cualquier mensaje codificado que se encuentre en Internet es lo mismo que tratar de coger la playa con las manos. Como he dicho, en Internet no existe más que una copia de cada cosa, del mismo modo que si miro a alguien con un prisma ante los ojos lo veré repetido diversas veces, pero seguirá habiendo sólo un alguien y no tantos como yo sea capaz de ver a través del prisma. Internet no vulnera el copyright per se, el único que lo hace es el primero que cuelga algo en la red si no posee los derechos de autor.

Hacer una copia de algo sujeto a derechos de autor no es ilegal según el modelo no anglosajón de la idea de propiedad intelectual y moral de una obra. Por lo tanto, según nuestra legislación, colgar cualquier obra en internet no es ilegal. Lo que sí que lo es, es lucrarse del modo que sea utilizando esa obra. Ahí es donde la SGAE tiene toda la razón del mundo en pedir su tanto por ciento (no es justo que un dramaturgo escriba una obra durante un año sin ver un duro por ella y una compañía teatral pueda lucrarse de ella en pocos meses sin que el autor gane nada de nada). La desorientada SGAE haría bien en dejar de pedir ese porcentaje en bodas y peluquerías, pues difícilmente podría alegarse que lo que ahí se hace sea sacar rendimiento económico alguno del mensaje codificado sujeto a derechos de autor.

El modelo de venta pormenorizada de libros electrónicos por Internet es tan absurdo que en breve será pasto de la piratería (y más teniendo en cuenta el precio a los que pretenden venderlos). En el momento en que alguien compre el libro estará legitimado para lanzarlo por Internet de nuevo por donde quiera siempre que no se lucre y quien reciba ese mensaje por esos vericuetos de ese hipercanal que es la red, estará legitimado a no pagar un duro por copia nueva, pues lo que estará haciendo es leer la misma que ya compró el primer lector: la misma que colgó su editor al ser el primero en lanzarla a la red, el único momento en que realmente podemos pensar que existe todavía la posibilidad de hacer algún negocio con el viejo modelo de la venta de copias de los mensajes.

No tengo las soluciones para equilibrar de nuevo la balanza. Pero no podemos negar la idiosincracia que hace grande ese nuevo canal comunicativo. Debemos tratar de adaptar e inventar los modelos de reparto del beneficio a la nueva situación según los esfuerzos humanos de cada cual; no tratar de perpetuar artificialmente modelos de negocio que tenían su razón de ser bajo otros esquemas de difusión de la comunicación, pero que no admiten analogía alguna con el nuevo contexto.

jueves, 8 de abril de 2010

Reflexiones sobre el eBook (I)


Existen multitud de bibliotecas y proyectos en internet para la digitalización del patrimonio bibliográfico universal. Hoy día el asunto es un caos y cada cual ofrece los textos como mejor le parece, con criterios de edición propios y todavía demasiado anclados en el referente de la edición en papel. En este primer post sobre el eBook quiero hablar de cómo creo yo que será el formato definitivo de la edición de libros en digital. El doc, el pdf, el txt y el resto de formatos para eBook que he visto hasta el momento parecen chistes malos si tenemos en cuenta todo lo que la informática y la filología ofrecen ya hoy día. El futuro pasa por la edición integral que deberá asentarse en un tipo de archivo nuevo, estandarizado, abierto y de uso normalizado (o por lo menos masivo), al modo de un mp3, un jpg, un mpg o un pdf. Será un tipo de archivo que podrá llegar a pesar bastante y romperá con el tópico del archivo de texto con peso ínfimo, aunque sin llegar al peso de una película, seguramente.

¿Pero qué es la edición integral? Hablemos de ella.

La edición integral del texto consiste en ofrecer, en un mismo archivo, todas las "capas" de lectura posibles para ese texto (como si de una imagen en el Photoshop se tratara) de forma que puedan activarse o desactivarse a gusto del consumidor.

Lo explicaré con un ejemplo: pongamos por caso que quiero editar la Poesía Completa de Quevedo. La edición integral deberá ofrecer la posibilidad de leer el texto plano de los poemas, sin más, en tipografía informática y según la versión más aceptada de los mismos. Algo que podrá usar cualquiera, desde un estudiante de E.G.B. a un aficionado o un estudioso para sacar una referencia rápida. Hasta aquí, nada nuevo.

Luego, el lector deberá poder activar, según le convenga, la lectura de las variantes que haya sufrido cada poema según su historia textual (si en tal manuscrito aparece este verso así, si en tal edición aparece el otro asá). Del mismo modo, el lector deberá poder activar o desactivar las notas eruditas al texto; y además deberá poder hacerlo según filtros en las mismas: notas lingüísticas, notas conceptuales, notas de historia textual, paleográficas, de concordancias, de traducción, de atribución, según autor de las notas (pudiendo rescatar ese nuevo tipo de edición todas las notas a los poemas de los estudiosos que los hayan trabajado, desde González de Salas hasta Blecua) y aún, filtrarlas según tengan que ver con una obra, un poema, un verso o una palabra concreta.

Pero la edición integral ofrecerá más todavía. Para el ejemplo que hemos puesto, la edición de las Poesías Completas de Quevedo, sabemos que éstas han llegado a nosotros por diversas vías. Algunas se imprimieron tras la muerte del autor en el Parnaso Español y en las Tres musas últimas castellanas. Ambas ediciones de los poemas deberán ofrecerse en facsímil digital dentro del mismo archivo, amén de su transcripción. Del mismo modo se procederá con todas las posteriores ediciones significativas que se hicieran de los poemas de Quevedo. Pero tanto éstos como los todavía inéditos, circularon en manuscritos, tanto contemporáneos al autor, como posteriores a su muerte. El archivo de la edición integral deberá ofrecer el facsímil digital de esos manuscritos y su transcipción paleográfica con las notas pertinentes, además de la edición “normalizada”, que nutrirá al archivo de las variantes de que antes hablábamos. Por último, también deberá ofrecer la edición facsimilar de los poemas de los que se conserva copia manuscrita autógrafa de Quevedo, así como su transcripción paleográfica y la normalizada. La edición integral deberá convertir al texto en hipertexto de sí mismo.

Este tipo de archivo y los programas que trabajen con él, deberán estar preparados para ofrecer una interface intuitiva y herramientas de edición de texto cómodas y compatibles con el resto de editores de texto al uso: permitir el corta y pega, búsquedas internas dentro de los textos y dentro de toda la edición integral, búsquedas cruzadas con otros archivos y con conjuntos de archivos del mismo tipo y la posibilidad de que sea personalizado por parte del usuario (enmiendas, notas de lectura...) sin perder la información madre.

Además, deberá ser un archivo abierto, eso es, que permita su actualización online a la manera que lo hacen los usuarios de Linux o de los plug-in de algunos programas, eligiendo qué quiere añadir al mismo y qué no cada usuario según su gusto o interés. En nuestro ejemplo, este tipo de plug-in serían: las nuevas notas a los poemas de tal investigador o tal otro, la edición de un nuevo manuscrito encontrado, la corrección de las posibles erratas... Todo ello generará rápidamente foros y páginas de descarga especializadas que harán que las ediciones integrales sean siempre algo vivo y capaz de incorporar nuevas ideas y nuevos aspectos de edición textual; amén de cambiar la idea o el lastre para el investigador que supone la etiqueta de "edición definitiva" con que se cargaba cada nueva edición en papel de una tarea de este calibre. De ser la obra magna del mejor especialista de todos, pasará a ser una obra colectiva donde se respetarán las aportaciones de cada investigador, pero donde todos, investigadores y aficionados podrán aportar su grano de arena sin afrentas ni tejemanejes de bodevil universitario o mediático. Estos plug-in, sobra decirlo, podría crearlos quien quisiera y sólo su valía los haría más o menos polulares o necesarios según área de interés de cada lector.

Por último, no hay que olvidar que la edición integral podrá ofrecer imagen, sonido, enlaces a páginas de la red, vídeos. En nuestro caso: los diversos grabados que aparecieron en las ediciones impresas de las poesías; arte inspirado en las mismas; enlaces a webs sobre estudios, aparatos críticos, congresos y demás; interpretaciones históricas y actuales de los poemas por parte de rapsodas en vídeo o audio. Y, por si fuera poco, la posibilidad de escuchar en libro-audio toda la obra, pensando sobre todo en usuarios con problemas de lectura o de ceguera.

Todo proyecto de biblioteca digital que no se plantee ofrecer archivos con ediciones integrales está condenado al fracaso y a ser fagocitado tarde o temprano por el proyecto que sí que lo haga. Los libros acabarán por editarse así, ¿y quién querrá entonces un lector de eBooks que no pueda con ellos?

miércoles, 7 de abril de 2010

L'amor a través dels segles - Apel·les Mestres - 1901

L'humor és de les coses que caduca més ràpid... Aquestes vinyetes són tretes de l'Almanach de La Esquella de la Torratxa de 1901, és del poc que encara s'aguanta.

lunes, 5 de abril de 2010

Hay cosas que es mejor callar



Himnos Homéricos, 'Himno II, 470 a 485. A Deméter'. (fragmento)

Y no desobedeció la bien coronada Deméter. En seguida hizo surgir el fruto de los labrantíos de glebas fecundas. La ancha tierra se cargó toda de frondas y flores. Y ella se puso en marcha y enseño a los reyes que dictan sentencias, a Triptólemo, a Diocles, fustigador de corceles, al vigor de Eumolpo, y a Céleo, caudillo de huestes, el ceremonial de los ritos y les reveló los hermosos misterios, misterios venerables que no es posible en modo alguno transgredir, ni averiguar, ni divulgar, pues una gran veneración por las diosas contiene la voz. ¡Feliz aquel de entre los hombres que sobre la tierra viven que llegó a contemplarlos! Mas el no iniciado en los ritos, el que de ellos no participa, nunca tendrá un destino semejante, al menos una vez muerto, bajo la sombría tiniebla.


Chejov, A.; En el camino real
(fragmento)

FEDIA.- ¿Y qué derecho es el tuyo?... ¡Porque me mires con esos ojotes no creas que voy a tenerte miedo! (Levantándose del banco, recoge sus trastos y tiende en el suelo alguna prenda sobre la que echarse.) ¡Diablo! (Se tumba y se tapa la cabeza.)

MERIK. -(Extendiendo su vestimenta sobre el banco.) ¡Cuando me llamas así, es porque no has visto nunca al diablo! ¡Los diablos no son como yo! (Se echa, y coloca a su lado el hacha.) ¡A descansar..., a descansar, hachita..., hermanita mía!... ¡Ven que te arrope bien!... ¡La robé y la llevo siempre conmigo!... ¡Me da lástima tirarla y no sé dónde meterla! ¡Es como una mujer que te hastía!... Sí... (Arropándose.) ¡Los diablos, hermano, no son como yo!

FEDIA. -(Sacando la cabeza de debajo de la «sermiaga».) Pues ¿cómo son, entonces?

MERIK. -¡Son... como el vapor..., como un vaho!... ¿Ves lo que es este soplo?... (Sopla.) Pues así son ellos. Es imposible verlos.

UNA VOZ DESDE UN RINCÓN. -¡Será que habrá que agacharse a mirar por debajo del arado!

MERIK. -Yo ya me he agachado, pero no los he visto. ¡Mentiras de las mujeres y de los tontos de los «mujiks»! ¡Ni al diablo ni al «Leschii» ni al muerto los ves! ¡No tienes hechos los ojos para verlo todo! ¡De chico me iba yo aposta al bosque, por la noche, para ver a «Leschii»! ¡Le llamaba a gritos con todas mis fuerzas! Me quedaba muy fijo delante de mí, sin pestañear, y «Leschii»..., ¡que si quieres! También solía ir al cementerio por las noches para ver a los muertos..., y nada. ¡Mentiras de las mujeres!... ¡He visto toda clase de bichos, pero de esas cosas de miedo..., ninguna! ¡No tienes hechos los ojos para verlas!...

UNA VOZ DESDE UN RINCÓN. -¡No digas eso! ¡También a veces se ven! ¡En nuestra aldea, un día, va un «mujik» y mata a un cerdo..., le abre la tripa y, de repente, salta algo de dentro!

SAVVA. -(Incorporándose.) ¡Hijitos!... ¡No hay que acordarse del maligno! ¡Es un pecado, queridos!

MERIK. -¡Ah..., barba canosa! ¡Esqueleto!... (Riendo.) ¡No es menester ir al cementerio para ver muertos! ¡Aquí mismo los tenemos saliendo del suelo para echarnos un sermón!... ¡Pecado!... ¡Sois unos ignorantes! ¡A mi padre, que también era «mujik», le gustaba igual sermonear!... (Enciende la pipa.) Una noche que había robado al cura un saco de manzanas, nos las trajo y dijo: «Oídlo bien, muchachos... ¡Hasta que pase la fiesta de la Asunción, es pecado comer Fruta»... ¡Pues lo mismo son ustedes!... ¡Es un pecado acordarse del diablo; pero hacer cosas endiabladas, no! ¿Eh?... ¡Tomemos por ejemplo a esta vieja arpía! (Señala a EFIMOVNA.) ¡Dice que ve en mi al maligno, y a saber si ella, en su vida, y por tonterías de mujeres, más de cinco veces le habría entregado el alma!...


Blake, W.; Matrimonio del cielo y del infierno. 'Una fantasía memorable' (fragmento)

Pero ahora, de entre las arañas negras y blancas una nube y un fuego explotaron y se extendieron por las profundidades ennegreciéndo todo, de tal forma que la profundidad se volvió negra como un mar y se agitó con un terrible sonido: ahora no había bajo nosotros nada que ver excepto una negra tempestad, hasta que al ver hacia el este entre las nubes y las olas, vimos una catarata de sangre mezclada con fuego y no demasiadas piedras lanzadas por nosotros aparecieron y volvieron a sumergirla la escamosa curvatura de una monstruosa serpiente. Al fin hacia el este, distante unos tres grados apareció una fogosa cresta sobre las olas que lentamente emergió como una cordillera de doradas rocas hasta que descubrimos dos globos de fuego carmesí. de los cuales el mar se alejaba en nubes de humo, y entonces vimos, que era la cabeza de Leviatán. su frente estaba cruzada por rayas verdes y púrpuras como aquellas en la frente de los tigres: pronto vimos su boca y sus branquias rojas colgar justo sobre la enrabiada espuma tiñendo la negra profundidad con rayos de sangre, avanzando hacia nosotros con toda la furia de una existencia espiritual.


Mi amigo el Ángel escaló desde su ubicación hasta el molino; yo me quedé solo, y entonces esta aparición cesó, pero me encontré a mí mismo sentado en un banco a la orilla del río bañado por la luz de la luna escuchando a un arpista que cantaba con su arpa. y el tema era, El Hombre que nunca cambia su opinión es como el agua estancada, y engendra reptiles de la mente.


Borges, J.L.; 'Del infierno y del cielo' (fragmento)

En el cristal de un sueño he vislumbrado
el Cielo y el Infierno prometidos:
cuando el juicio retumbe en las trompetas
últimas y el planeta milenario
sea obliterado y bruscamente cesen
¡oh Tiempo! tus efímeras pirámides,
los colores y líneas del pasado
definirán en la tiniebla un rostro
durmiente, inmóvil, fiel, inalterable
(tal vez el de la amada, quizá el tuyo)
y la contemplación de ese inmediato
rostro incesante, intacto, incorruptible,
será para los réprobos, Infierno;
para los elegidos, Paraíso.