Existen multitud de bibliotecas y proyectos en internet para la digitalización del patrimonio bibliográfico universal. Hoy día el asunto es un caos y cada cual ofrece los textos como mejor le parece, con criterios de edición propios y todavía demasiado anclados en el referente de la edición en papel. En este primer post sobre el eBook quiero hablar de cómo creo yo que será el formato definitivo de la edición de libros en digital. El doc, el pdf, el txt y el resto de formatos para eBook que he visto hasta el momento parecen chistes malos si tenemos en cuenta todo lo que la informática y la filología ofrecen ya hoy día. El futuro pasa por la edición integral que deberá asentarse en un tipo de archivo nuevo, estandarizado, abierto y de uso normalizado (o por lo menos masivo), al modo de un mp3, un jpg, un mpg o un pdf. Será un tipo de archivo que podrá llegar a pesar bastante y romperá con el tópico del archivo de texto con peso ínfimo, aunque sin llegar al peso de una película, seguramente.
¿Pero qué es la edición integral? Hablemos de ella.
La edición integral del texto consiste en ofrecer, en un mismo archivo, todas las "capas" de lectura posibles para ese texto (como si de una imagen en el Photoshop se tratara) de forma que puedan activarse o desactivarse a gusto del consumidor.
Lo explicaré con un ejemplo: pongamos por caso que quiero editar la Poesía Completa de Quevedo. La edición integral deberá ofrecer la posibilidad de leer el texto plano de los poemas, sin más, en tipografía informática y según la versión más aceptada de los mismos. Algo que podrá usar cualquiera, desde un estudiante de E.G.B. a un aficionado o un estudioso para sacar una referencia rápida. Hasta aquí, nada nuevo.
Luego, el lector deberá poder activar, según le convenga, la lectura de las variantes que haya sufrido cada poema según su historia textual (si en tal manuscrito aparece este verso así, si en tal edición aparece el otro asá). Del mismo modo, el lector deberá poder activar o desactivar las notas eruditas al texto; y además deberá poder hacerlo según filtros en las mismas: notas lingüísticas, notas conceptuales, notas de historia textual, paleográficas, de concordancias, de traducción, de atribución, según autor de las notas (pudiendo rescatar ese nuevo tipo de edición todas las notas a los poemas de los estudiosos que los hayan trabajado, desde González de Salas hasta Blecua) y aún, filtrarlas según tengan que ver con una obra, un poema, un verso o una palabra concreta.
Pero la edición integral ofrecerá más todavía. Para el ejemplo que hemos puesto, la edición de las Poesías Completas de Quevedo, sabemos que éstas han llegado a nosotros por diversas vías. Algunas se imprimieron tras la muerte del autor en el Parnaso Español y en las Tres musas últimas castellanas. Ambas ediciones de los poemas deberán ofrecerse en facsímil digital dentro del mismo archivo, amén de su transcripción. Del mismo modo se procederá con todas las posteriores ediciones significativas que se hicieran de los poemas de Quevedo. Pero tanto éstos como los todavía inéditos, circularon en manuscritos, tanto contemporáneos al autor, como posteriores a su muerte. El archivo de la edición integral deberá ofrecer el facsímil digital de esos manuscritos y su transcipción paleográfica con las notas pertinentes, además de la edición “normalizada”, que nutrirá al archivo de las variantes de que antes hablábamos. Por último, también deberá ofrecer la edición facsimilar de los poemas de los que se conserva copia manuscrita autógrafa de Quevedo, así como su transcripción paleográfica y la normalizada. La edición integral deberá convertir al texto en hipertexto de sí mismo.
Este tipo de archivo y los programas que trabajen con él, deberán estar preparados para ofrecer una interface intuitiva y herramientas de edición de texto cómodas y compatibles con el resto de editores de texto al uso: permitir el corta y pega, búsquedas internas dentro de los textos y dentro de toda la edición integral, búsquedas cruzadas con otros archivos y con conjuntos de archivos del mismo tipo y la posibilidad de que sea personalizado por parte del usuario (enmiendas, notas de lectura...) sin perder la información madre.
Además, deberá ser un archivo abierto, eso es, que permita su actualización online a la manera que lo hacen los usuarios de Linux o de los plug-in de algunos programas, eligiendo qué quiere añadir al mismo y qué no cada usuario según su gusto o interés. En nuestro ejemplo, este tipo de plug-in serían: las nuevas notas a los poemas de tal investigador o tal otro, la edición de un nuevo manuscrito encontrado, la corrección de las posibles erratas... Todo ello generará rápidamente foros y páginas de descarga especializadas que harán que las ediciones integrales sean siempre algo vivo y capaz de incorporar nuevas ideas y nuevos aspectos de edición textual; amén de cambiar la idea o el lastre para el investigador que supone la etiqueta de "edición definitiva" con que se cargaba cada nueva edición en papel de una tarea de este calibre. De ser la obra magna del mejor especialista de todos, pasará a ser una obra colectiva donde se respetarán las aportaciones de cada investigador, pero donde todos, investigadores y aficionados podrán aportar su grano de arena sin afrentas ni tejemanejes de bodevil universitario o mediático. Estos plug-in, sobra decirlo, podría crearlos quien quisiera y sólo su valía los haría más o menos polulares o necesarios según área de interés de cada lector.
Por último, no hay que olvidar que la edición integral podrá ofrecer imagen, sonido, enlaces a páginas de la red, vídeos. En nuestro caso: los diversos grabados que aparecieron en las ediciones impresas de las poesías; arte inspirado en las mismas; enlaces a webs sobre estudios, aparatos críticos, congresos y demás; interpretaciones históricas y actuales de los poemas por parte de rapsodas en vídeo o audio. Y, por si fuera poco, la posibilidad de escuchar en libro-audio toda la obra, pensando sobre todo en usuarios con problemas de lectura o de ceguera.
Todo proyecto de biblioteca digital que no se plantee ofrecer archivos con ediciones integrales está condenado al fracaso y a ser fagocitado tarde o temprano por el proyecto que sí que lo haga. Los libros acabarán por editarse así, ¿y quién querrá entonces un lector de eBooks que no pueda con ellos?
7 comentarios:
Levanto un dedo y añado:
Y además, el libro digital debería traer de las cenizas a los librojuegos tipo Lobo Solitario o La Búsqueda del Grial, que tantas tardes hicieron soñar a un servidor.
Si estás de acuerdo, escoge un número al azar en la tabla de la fortuna. Si sacas seis o más, pasa a la página número...
Estoy de acuerdo, pero eso ya pertenece al terreno del hipertexto y de los nuevos géneros de texto digital. Algo de lo que pensaba hablar en el último post sobre el tema de los eBooks, pero del que María sabe mucho más que yo (para variar jejeje) ;-)
Muy lúcido, Marçal, vi tu blog en el facebook de filólogos... ójala lleguemos a esa edición integral y se pueda mostrar el verdadero talento editorial y filológico!!
Muchas gracias por tus ánimos, Laura. La filología puede dar un vuelco maravilloso en breve ;-)
Lo que propones es la edición de libros para filólogos. La mayor parte de los mortales lectores sólo queremos leer...
En cambio me parece fundamental la conexión con diccionarios, y en el caso de traducciones, las notas al margen activables.
Por otro el e-book me parece una herramienta de gran recorrido para el aprendizaje de idiomas extranjeros. Muchos hemos aprendido inglés leyendo, y por ello tenemos una pronunciación desastrosa. ebook+audiolibro es la combinación perfecta. Aunque ahora eso es posible, no hay sincronización entre el texto escrito y el leido de forma que posicionando el cursor en un punto del texto, el texto leído también se posicione en ese punto.
A mi es que que me den las ediciones facsimil... como que me resulta muy indiferente.
Lo que propongo, anónimo, es una edición para todos los mortales, filólogos o no. La gracia, precisamente es que ese tipo de ediciones pueden activar o no el aparato filológico. Es un producto absolutamente ambivalente y que, además, permite múltiples capas de lectura, incluyéndolas todas en un solo archivo. Si quieres ver la parte facsímil, la ves, y si no, pues no. Así de simple. Lo interesante es que la producción de uno y otro documento cuesta (en dinero y esfuerzo investigador) prácticamente lo mismo, pues para hacer esa edición "sin facsímil" para quien la edita es imprescindible pasar de todos modos por ese estadio estudio de las fuentes textuales para la fijación de la obra presentada de forma llana.
Por otro lado, la conexión con diccionarios e incluso con enciclopedias es evidente que resultará imprescindible para todo aquel productor de libros que quiera competir en el mercado.
De los audiolibros hablo en algún que otro post más adelante.
Muchas gracias por tu comentario.
Para que nos entendamos, tu puedes comprarte una película en DVD donde sólo te den lo básico, o puedes comprar (prácticamente por el mismo precio en nuestro caso) el DVD con todos los extras. Absolutamente todos. ¿Eso dificulta acaso el visionado de la película tal cual salió al cine? No, ¿verdad? Pues es lo mismo.
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