No. No es Sàgar. Él es más guapo y además, niño...
El tiempo perdidoSi tuviera en mi mesita de noche una hucha segundera
para meter cada mañana los restos soñolientos del reloj,
la rompería ya mismo de un golpe, o de un aliento,
juntaría las migajas derramadas de mi tiempo
y haría con ellas un ratito para contarte el cuento
de esa lechera que no quebró el cántaro,
que cumplió el sueño.
Si de un año tuviese ahorrados los días absurdos,
o, día a día, esas medias horas de espera desabrida,
de minutos sin aliño demasiado cortos para aburrir,
demasiado largos para fingir estar sumido en entreactos.
Si tuviera del banco un extracto de meses sobrantes
o de lustros invertidos en vete a saber tú qué crónicos desfalcos,
te lo daría a ti ahora mismo hijo mío.
Pediría en ventanilla un reintegro en días de reyes y fiestas niñas,
en domingos hermosos y noches pías
para compensarte las sondas, las gasas y las vías
que drenaron la ilusión de un seis de enero,
la de un fin de año sin año nuevo y la de un hogar de amor certero
que merecías y yo perdí, con cara de tonto, el puñal en el cuello
y en mi escaso bolsillo el derecho a pataleo sin usar, casi entero.