martes, 21 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
Poema fatuo XXXVII
Tu habitación, hijo mío, era un campo de tiro repleto de casquillos de beso. Que nos cerraran el parque y nos pusiéramos a barrer tuvo su recompensa inesperada. Ahora sí, otra vez, fuego a discreción.
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