sábado, 27 de agosto de 2011

Poema fatu IV

Prendre el mall per esberlar l'os i arribar al moll.
Com qui arriba a port.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Poema fatuo III

Salir del laberinto siguiendo el hilo de los besos.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Poema fatuo II

No hay poeta en su tierra.

sábado, 13 de agosto de 2011

Poema fatuo I

Poesía es la antesala de la realidad.

lunes, 20 de junio de 2011

Algunos equívocos comunes sobre este movimiento de hartazgo general


1. Se trata de un movimiento político sin solidez.

Se trata de un movimiento poético, no político. Eso se traduce en dos factores importantes a tener en cuenta: a) la disparidad de mensajes que pueden leerse sólo son versos diversos de una misma canción colectiva y polifónica de pure anger que hay que saber escuchar entera. b) no emergen propuestas políticas concretas y sólidas ni deben emerger, sinó propuestas de caminos a seguir, como la reforma de la ley electoral, la revisión de la constitución, la creación de leyes de transparencia financiera y política o la separación efectiva de los poderes fundamentales (incluida la prensa). El movimiento reconoce que son los expertos en las diversas materias los que deben gozar de autoridad y que unas instituciones dotadas con buenos mecanismos de representatividad son necesarios para conducir estos procesos. Por todo ello el título de esta canción es "REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA Y RE-EVOLUCIÓN". Un proceso necesario que debe emprenderse transversalemente por parte de toda la sociedad en su conjunto y debe permitir que los primeros recuperen la dignidad y la voz y que las segundas vuelvan a ser operativas y catalizadoras del diálogo social y el gobierno del pueblo desde el pueblo y para el pueblo.

2. Se trata de un movimiento de jóvenes que están realizando su ritual de paso político generacional.

Se trata de un movimento intergeneracional como demuestran las fotografías de las manifestaciones, los nombres de los articulistas, los ponentes y todos aquellos que han parado su atención en él. A favor o en contra de las corrientes, se forma parte del mismo río.

3. Se trata de un movimiento que no es consciente del trabajo de lucha por la justicia social realizado hasta ahora.

Por el contrario, asociaciones de vecinos, asociaciones por los derechos humanos, ecologistas, feministas y sindicatos, pero también Ampas, redes de caridad de religiones diversas, asociaciones de autónomos y pequeños empresarios han dado su apoyo al movimiento y han invitado a sus miembros a participar desde su condición de ciudadanos.

4. Se trata de un movimiento de izquierdas, antisistema, antiglobalizador o anarquista.

Por supuesto entre la masa hay gente que puede declararse lo que crea conveniente a título personal. Pero baste recordar que algunas de las más grandes fortunas de este país han dado su apoyo al quejido general, que muchos pequeños empresarios también han salido a la calle, que las críticas tendenciosas, descerebradas, violentas y execrables por destructivas y difamatorias han venido tanto de los periódicos radicales de derechas como la Razón, como de los radicales de izquierdas, como el Avui. Recordar que uno de los lemas más gritados ayer era este: "-¿Dónde está la izquierda? -Al fondo a la derecha." En referencia a la falta de distinción ideológica y programática entre los diversos partidos que conforman el arco parlamentario. Entre los hartos: gente de izquierdas, de derechas, de arribas y de abajos.

5. Se trata de un movimiento hispanista que no es sensible a la idiosincracia catalana.

Se trata de un movimiento global de la ciudadanía. En plaza Catalunya la marcha de ayer empezó con la Estaca de Lluis Llach sonando a todo volumen y los lemas fueron coreados en catalán y en castellano indistintamente, reflejando la realidad social del país, guste o no guste. Es lógico que tratándose de un movimiento poético y no político desde el primer momento se haya intentado de forma consensuada y espontánea, eliminar toda simbología política, tanto la comunista, como la fascista, como la anarquista o de los diversos partidos políticos. Así también las esteladas independentistas. Eso no implica que a título individual hayan aparecido aquí y allí esos símbolos, pero, recordémoslo, sólo son versos sueltos de esa canción colectiva, que es lo que debe ser escuchado. No tiene más ni menos importancia su aparición o no aparición.

6. El fin abrupto o el colapso del capitalismo tal como lo entendemos llevará a catástrofe.

Serán los economistas quienes argumenten si esto es así o no, pero en todo caso la catástrofe sería vista desde el status quo estructural actual, no desde un punto de vista humanista. Lo que está claro es que, haya colapso del modelo económico actual o no, el mismo no nos conduce a un mundo más justo sinó a un mundo poblado de más angustias, tanto para el que no tiene como para el que acumula el capital. Existen multitud de modelos diversos que están preparados y que han emergido a raiz del ensayo error que supone este fracaso en la organización económica de los pueblos. Por lo tanto, no debemos tener miedo al cambio. Debemos confiar en que entre todos, a través de una democracia saneada y más democrática que hasta ahora, lo podemos hacer todavía mejor y que no necesitamos caudillos atrincherados en empresas privadas de agorería financiera para gobernarnos, ni a nivel local ni a nivel global.

7. El movimiento no tiene representantes.

El movimiento no tiene líderes, ni gurús y hasta las asambleas y lo que allí se dirime y decide debe quedar en entredicho en la medida en que se trata sólo de una cara más de una realidad social compleja y poliédrica. Cualquiera que coja un micro, una pancarta, escriba un artículo o comparta un enlace en facebook se convierte con ese gesto en representante de sí mismo y del movimiento como integrante y con-formador de la queja general. Expondrá sus motivos para expresar su hartazgo y reclamar ese proceso de regeneración democrática. Dará sus razones con sus palabras y su imagen a título individual y estará representando el movimento en la misma medida que lo integra y lo hace crecer con ese mismo gesto. Hablamos de caminos, decimos cada uno a su manera que por el camino de la injusticia, la pobreza, la deuda exponencial, el freno a las libertades, el enfrentamiento frontal y el deterioro de la cohesión social no podemos seguir. Que con una democracia refundada y con unas instituciones colectivas fortalecidas, participativas, representativas y transparentes andaremos juntos mucho mejor que hasta ahora. Luego, cada uno tendrá sus destinos favoritos, pero para discutir eso primero habrá que levantar el chiringuito y empezar a andar de nuevo, precisamente para poder hacerlo y salir del enquistamiento en que estamos instalados política y económicamente.

martes, 14 de junio de 2011

Ser humano no un objeto

Ni estoy indignado, porque a mí la dignidad no me la quita nadie, la llevo yo conmigo mismo. Ni nadie me ha roto jamás el corazón, porque éste ya latía antes, durante y después con total autonomía (a tiempo o a destiempo, en ritmo o en arritmia, pero latir, latía). Arrogantes aquellos que creen romper corazones cuando en realidad traicionan, arrogantes quienes pretenden que indignan a sus pueblos cuando en realidad sólo hinchan ovarios y cojones. A ellos va mi rabia, de todo corazón.

domingo, 22 de mayo de 2011

“NO SON MÓNSTUROS EXTRAORDINARIOS. ¡NO VAMOS A REGALARLES ESA GRANDEZA!”



Que grande es la catarsis colectiva. Que grande cuando nuestro equipo marca un gol in extremis al gran rival para la consecución de un título. Que grande corear las canciones de nuestra estrella del rock entre la marabunta de un estadio. Que grande gritar no a la guerra junto a torpecientos miles de arcángeles de la paz y el amor. Que grande portear el santo en la romería. Que grande pegar tiros para una mara. Y que grande saltar a la calle en manada en defensa de la familia tradicional, en contra del aborto y de los matrimonios homosexuales. Porque la catarsis colectiva, tenga el carácter y el color que tenga (se entienda que no comparto algunas de esas catarsis), nos hace sentir uno entre pares: ese uno sin decimales de más ni de menos, entero, que sumado a uno, más uno, más uno, más otro, conforman ese tantos identitario que nos hace ser un alguien, que nos hace reconocibles ante los demás y ante el espejo, que viste de banderas concretas nuestro espíritu, vehicula nuestras pasiones y hace posible la integral sin hacernos imprescindibles ni responsables al cien por cien del resultado. Sentir quemar dentro de nosotros ese determinante de vida humana indivisible y necesario, sentir fluir la Historia colectiva por nuestras propias venas, sentir que nuestros ensueños en solitario no están solos, es muy grande. Dejar de ser mota de polvo para alzarse en grano de arena es muy grande. Como grande es el teatro, estar sobre el escenario vestido de piel muerta y escenificar el pesebre convenido por la letra inmóvil sobre el papel, ahí donde la savia dejó paso a la tinta y la vida a su mimesis estática. Luego por el televisor, todo parecerá vivo, actual, verdadero, con sentido: parecerá el cormorán danés untado en petróleo que de pronto es el símbolo perfecto para la catástrofe ecológica de la Guerra del Golfo, porque allí, en Dinamarca, en un día de un año cualquiera, poco importaba a nadie ese pobre pajarraco ahogándose en crudo mientras que así, sacrificadas por la causa su memoria y su verdad, dejando de ser lo que fue, medios mediante, gana la gloria de “representar” a los que, quizás, sean ahora e interesa retratar. Que grandes son el disfraz, la mentira y el autoengaño cuando su égida es el grupo, cuando la responsabilidad de los actos propios ya no es del uno solo, pobrecito él, sino del todos nosotros y la culpa, ese mal maniqueo, sólo pertenece al todos ellos.

Lo siento, debo ser una rara avis, un bicho raro dicho en moderno, o quizás es que un dios me hizo nacer en época equivocada, pero sigo creyendo aquello de homo sum, humani nihil a me alienum puto, que en moderno vendría a traducirse por aquello otro de que todos somos iguales en nuestra humanidad y que cada uno de nosotros está integrado en potencia por todas las realidades humanas posibles, que ninguna condición humana nos es ajena, ni la de nuestro peor enemigo: incluso Aquiles, arrebatado por la ira y el dolor de haber perdido a su amado, respetó la humanidad de Héctor y permitió que fuera incinerado con todos los honores por los troyanos; incluso Sherlock Holmes amó a Moriarti. Hay mucho de arrogancia en el movimiento 15M, mucho de egolatría, de megalomanía casi, de expiación de los pecados a través del chivo. Ni un ápice de autocrítica. Es exactamente la misma actitud que rezuma la mal llamada clase política y exactamente la misma que la del burócrata de ventanilla del le falta tal papel, vuelva usted mañana, la misma que la del profesor maníaco frente a sus alumnos, la de una señorita rotenmeyer del vecindario y la de la beata de toda la vida.

Toda actitud tiene sus filósofos, en este caso Leo Strauss, aquel tan seguido por Bush, Aznar y su séquito, quienes encontraban en su amparo intelectual la excusa perfecta para hacer e imponer de la manera que creyeran conveniente sus verdades pese a la posible oposición de la mayoría o de una minoría independiente y acreditada con conocimiento de causa. Venía a decir el tal Strauss: si uno conoce aquello que le hará bien a la sociedad en su conjunto debe tratar de aplicarlo en pro de la sociedad, incluso en el supuesto de que esa sociedad en peso o su mayor parte no fuera capaz de entender que eso es lo mejor para ella. Hay mucho Leo Strauss en este 15M y muy poco Thoreau o Hakim Bey por más que se llenen la boca de ellos y desconozcan al primero.

En la plaza: asambleas, foros dedicados a cualquier cuestión actual de las que están ahora en boca de todos, o mejor dicho, en las televisiones de todos. Eso y muchos balones fuera en forma de rabia hacia los políticos, hacia los bancos, hacia los mercaderes, los patrones, los sindicatos, las iglesias y las empresas: hacia los todos ellos. Mientras, el todos nosotros se auto-atribuye los títulos de pueblo, de gente, de ciudadanos, de trabajadores o de clase desfavorecida según conveniencia del discurso en marcha. Poco importa que se trabaje en una sucursal bancaria, que se compre el pan en la misma panadería que el alcalde o que se trabaje de publicista, ellos son ellos, nosotros, nosotros. Eso es lo más peligroso y lo que me apena más de todo esto. Se les está diciendo a toda una serie de seres humanos que ellos no son pueblo, ni ciudadanos, ni gente, ni trabajadores, se les está diciendo que son diferentes a nosotros, que no participan de nuestra humanidad y que nosotros no participamos de la suya: se les está diciendo que son diferentes y por lo tanto, se está dando carta de naturaleza a los postulados de Leo Strauss y a sus seguidores neocons, neoprogres, bildelberguenses, global-lobbies o simplemente seres humanos con un poder de incidencia sobre la vida de los demás mayor que la de la media, llamadles como queráis. Por creer que nosotros, en su lugar, jamás habríamos hecho lo que hacen ellos, que nosotros, por “haber pasado lo que hemos pasado” entendemos cosas que ellos no entienden (aunque sean humildes los orígenes de un Mussolini o de un Gil y Gil), estamos asumiendo que nosotros, recíprocamente, tampoco tenemos facultades para entender su visión del mundo (aunque nos guste alinearnos con aristócratas como Nelson Mandela o Mahatma Gandhi) y les damos pie a creer que ellos sí son especiales, que su situación privilegiada dentro del entramado social les faculta para imponer su visión por encima de la de los demás, del mismo modo que trata de hacer el 15M. A la par, quitándonos de encima nuestra parte de responsabilidad, callando nuestras conciencias con el grito de la masa nos despojamos del derecho a gobernar nuestros destinos individuales de cara al futuro, a hablar con nombre propio desde nuestra persona y a subyugarnos a los ires y venires del colectivo que nos integra e integramos y que se define a través del contraste con los demás colectivos y el sistema de relaciones entre ellos. Precisamente, lo que ha sido hasta ahora la partitocracia. El conmigo o contra mí flota en el ambiente de una forma peligrosa.

¿Quién es pueblo y quién no? ¿Quién lo decide? Cuando se dice que son foros abiertos de representatividad popular, ¿quién se asegura de que eso sea así? ¿Quién convoca a los todos todos? ¿Quién garantiza que la voz de los que conocen a fondo un tema sobresalga por encima de los demagogos, la de los oportunistas con veleidades políticas y la de los populistas? Si se busca un cambio de paradigma, ¿por qué se hacen propuestas que no hacen más que apuntalar un ideal ya existente en el que se viene fundamentando el status quo presente? ¿Por qué se habla del pleno empleo cuando este es el sancta sanctorum del modelo de crecimiento económico? ¿Dónde están los nuevos sueños que hagan de estrella polar a ese nuevo modelo social? Porque existir, existen, pero no han salido a la luz entre tanto guirigay. La plaza, eso sí, está empapelada con los versos de las canciones del bueno de Paco Ibáñez...

Creo firmemente que cualquier reivindicación popular que no señale como objetivo la creación de una nueva constitución o una enmienda a fondo de la actual es una dispersión de energías que sólo puede conducir a frustración y desengaño. Si de lo que se trata es de honrar la democracia, de hacerla real, hace falta asumir que el objetivo de este movimiento no deber ser el de generar más pseudo-política, asumir que no saldrán de él los nuevos líderes de nada, que las asambleas celebradas no son representativas de la voluntad del pueblo. Si de verdad este movimiento quiere tener incidencia real debe ser capaz de dirigir a toda la sociedad en peso a crear un nuevo foro, constituyente de un nuevo pacto social a través de un modelo que asegure la representatividad real de todas las voces en él y a través del cual nadie a nivel individual se sienta excluido. Debemos sentarnos y pedir explicaciones a los banqueros, a los políticos, a los empresarios, a los sindicatos y a los especuladores, pero también a los mecánicos, a los administrativos, a los gestores, a los libreros de viejo, a los empleados de la Seat, a los controladores aéreos, a los farmacéuticos, a los parados, a todos y cada uno de nosotros desde nuestro rol y nuestros potenciales para entender qué es lo que hemos hecho para tripular la nave hacia esta deriva actual. Más del 80% del PIB español lo generan los autónomos y la pequeña empresa, eso es, lo más parecido a esa idea falaz y romántica de lo que es el pueblo llano; debemos tenerlo en cuenta si hablamos, por ejemplo, de corrupción y de fraude fiscal.

Todo lo que no sea la voluntad de creación de un foro civilizado donde se recupere el diálogo social perdido en los parlamentos y en la guerra de medios de comunicación, sólo podrá ser interpretado como las ganas de jugar a hacer historia de un modo inmaduro y adolescente, eso es, a redundar en la historia, dilapidar el legado de la historia, tanto de las luchas sociales como de las tiranías, dilapidar las lecciones del blanco y las del negro, dilapidar el legado de los muertos. Dudo que haya freno más grande para el cambio. Si no se quiere caer en lo mismo, lo mejor será no repetir los errores y tratar de aprender de los aciertos. Para ello, es necesaria la autocrítica y el trabajo en colectivo de los individuos todos, no la creación de nuevas corporaciones identitarias y de nuevas banderas y menos todavía la imposición de los postulados que sean a través de la prepotencia y el chantaje emocional de una masa unida, que como ya hemos dicho, lo mismo puede celebrar el orgullo gay como defender a la familia “tradicional”. Ese tipo de sacudidas deberían relegarse de una vez por todas al pasado si lo que queremos es dar un paso hacia una forma de gobierno madura, integradora, funcional, dinámica y maleable con el paso del tiempo. Una estructura social orgánica y viva y no el fósil estructural que se está apuntalando ahora mismo con este lamentable movimiento. Eso, por más que la catarsis colectiva sea muy grande y llegue a sentar tan bien como una buena borrachera. Yo siempre preferí las que ofrece el rock y no las de la política.