Dice Ibn Arabi en El esplendor de los frutos del viaje que todo es movimiento y que hay tres tipos, a saber: Desde Dios; Hacia Dios; En Dios.
El primero es el viaje o movimiento de quienes caen desde su gracia. Así Lucifer, el ángel caído.
El segundo es el viaje o movimiento de quienes caminan hacia él, se le acercan, tratan de lograr su gracia (cuenta Ibn Arabi que existe un tope infranqueable en este viaje). Así los píos, los que siguen la preceptiva coránica con conocimiento y quienes sin conocimiento previo se aproximan al Corán y a Dios.
El tercero es el viaje o movimiento de quienes transitan hacia y desde Dios. Los elegidos, los arcángeles y los profetas. Así Mahoma, cuenta Ibn Arabi, cuando fue arrebatado esa noche y viajó al principio y al fin de los tiempos, estuvo en toda la creación y le fue revelado, o mejor dicho, rememorado el Corán (porque dice Ibn Arabi que Mahoma ya lo tenía en su interior desde el principio de los tiempos, por ser éste libro de Dios y por lo tanto eterno como él).
Existe un cuarto tipo de movimiento, probablemente inconcebible para Ibn Arabi en su esquema cosmológico. El movimiento fuera de Dios. Aquel que ni parte, ni se dirige, ni está en Dios. Algunos lo llamarán Caos, otros Libre Albedrío. Yo prefiero pensar que ese es el proyecto de Dios. Aquello a lo que aspira que sea el cosmos al fin. Algo harmónico que todavía está en efervescencia.
Si ni los que viajan desde, ni los que viajan fuera, están libres del poder de Dios. Si Ibn Arabi dice que el viaje de Adán no es como el de Lucifer porque ese era el designo de Dios para la pareja primogénita, su plan y no estaba fuera de su poder y voluntad. Si Dios omnipresente se nos presenta en forma de libro cerrado en un código lingüsístico X temporal. ¿Por qué no creer que el plan de Dios sea un mundo sin Dios? Un mundo que, poco a poco, va despegándose de su creador, de su madre. Como una célula que se reproduce. ¿Y si Dios sólo quiere parir un universo? ¿Y si el cosmos está en pleno proceso de mitosis?
El primero es el viaje o movimiento de quienes caen desde su gracia. Así Lucifer, el ángel caído.
El segundo es el viaje o movimiento de quienes caminan hacia él, se le acercan, tratan de lograr su gracia (cuenta Ibn Arabi que existe un tope infranqueable en este viaje). Así los píos, los que siguen la preceptiva coránica con conocimiento y quienes sin conocimiento previo se aproximan al Corán y a Dios.
El tercero es el viaje o movimiento de quienes transitan hacia y desde Dios. Los elegidos, los arcángeles y los profetas. Así Mahoma, cuenta Ibn Arabi, cuando fue arrebatado esa noche y viajó al principio y al fin de los tiempos, estuvo en toda la creación y le fue revelado, o mejor dicho, rememorado el Corán (porque dice Ibn Arabi que Mahoma ya lo tenía en su interior desde el principio de los tiempos, por ser éste libro de Dios y por lo tanto eterno como él).
Existe un cuarto tipo de movimiento, probablemente inconcebible para Ibn Arabi en su esquema cosmológico. El movimiento fuera de Dios. Aquel que ni parte, ni se dirige, ni está en Dios. Algunos lo llamarán Caos, otros Libre Albedrío. Yo prefiero pensar que ese es el proyecto de Dios. Aquello a lo que aspira que sea el cosmos al fin. Algo harmónico que todavía está en efervescencia.
Si ni los que viajan desde, ni los que viajan fuera, están libres del poder de Dios. Si Ibn Arabi dice que el viaje de Adán no es como el de Lucifer porque ese era el designo de Dios para la pareja primogénita, su plan y no estaba fuera de su poder y voluntad. Si Dios omnipresente se nos presenta en forma de libro cerrado en un código lingüsístico X temporal. ¿Por qué no creer que el plan de Dios sea un mundo sin Dios? Un mundo que, poco a poco, va despegándose de su creador, de su madre. Como una célula que se reproduce. ¿Y si Dios sólo quiere parir un universo? ¿Y si el cosmos está en pleno proceso de mitosis?
1 comentario:
"Amo a aquel cuyo amor equivale a veinte peregrinaciones", dijo una vez Ib'n Arabi ;)
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