viernes, 12 de marzo de 2010

De mi affaire con Quevedo


Me lo preguntó un buen amigo mío, un hebreo errante que de lustro en lustro encuentro. Y Orlando me lo comentó más de una vez. ¿Por qué nunca había sacado tajada, pasados los siglos, de mi íntima relación con el gran Quevedo? Aprovechar mis conocimientos para escribir sobre él, publicar algunos de los documentos inéditos que poseo todavía, tirar de las relaciones y del empaque que da haber estado con un mito... En fin, todo el manual de la bazofia arribista. Emily Dickinson había fallecido recientemente cuando hablamos por última vez del asunto. Zanjé el tema de una vez por todas con unos versos suyos: How public, like a frog / To tell your name the livelong day / to an admiring bog!

Después de siglos de mantener en sagrado secreto mi affaire con Quevi (así le llamaba cariñosamente), ahora, un periódico de tirada nacional hace público nuestro romance. Parece que la prensa del corazón se hace llamar prensa cultural cuando han pasado ciertos años del suceso a relatar. No contentos con pregonar a los cuatro vientos mi vida privada, han publicado el soneto, ¡mi soneto!, el que sale en la página escaneada que adjunto, el que Quevi me escribió durante el período más hermoso de nuestra relación, allá en la Torre de Juan Abad. Para él aquellos años fueron prisión a veces, para mí fue un jardín inmenso de ingenio y verbigracia literaria. Algo que guardaba para mí mismo y que no quería mancillar.

Nuestro amor siempre fue algo platónico y apenas carnal. Si el bueno de don Francisco supiera ahora que su tierra entera anda maldiciente al corriente de su amistad con un mozo, se pondría las manos a la cabeza y arremetería a pluma y espada contra todo aquel que osara insinuar algo pecaminoso. Para esas cosas era muy castizo el hombre. Espero sepa disculpar mi falta. Me dijo que guardara este soneto, que era demasiado para que algunos lo entendieran y que debía ser nuestro secreto. Creía que no quedaban copias ya salvo las mías. Pero la joven investigadora María Hernández lo ha sacado a la luz, algo que no le recrimino, y lo ha publicado en la prensa rosa, algo que no le voy a perdonar en toda mi larga vida.

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